La conquista del miedo

by Johan Larsson
Bajaba las escaleras del metro despacio, cansada. Eran las 3 de una espesa y calurosa tarde de agosto en Madrid. Las nubes amenazaban lluvia, y al no llevar paraguas decidió volver a casa en transporte público. Sacó su ticket y de paso se conectó, llevaba toda la mañana tan inmersa en su trabajo que ni siquiera había echo una pausa para el café, ni por supuesto había visto si ese tío la seguía amenazando.
Actualizar. 4 nuevas menciones. Sí, todas suyas.

@amelia833 anoche no me contestastes, qué te pasa?…
@amelia833 vaya, ¿¿así que sigues enfadada? sabes, ayer por la tarde escribí un poema sobre ti, te lo mando al correo
@amelia833 te apetece tomar algo este finde?? me encantaría conocerte en persona, ya lo sabes
@amelia 833 oye, ¿ya te vale no? mira el correo

7 correos. 2 de ese estúpido. Uno es la poesía. Preciosa, como siempre. Escribe de maravilla. Antes de abrir el otro correo se da cuenta de que se ha olvidado la agenda en el trabajo. Es viernes, y la necesita para el fin de semana. Apunta todo: los cumpleaños, la compra, las empresas a las que manda su currículum y la carta de presentación… y sobretodo, sus relatos cortos. Lo que más le gusta en esta vida es escribir y leer.
Por suerte sólo había recorrido una parada. Decide bajar en la siguiente estación, y tomar el metro en dirección contraria.

Sale del metro. Llueve. Se apresura para llegar rápido al portal de la empresa. Está cansada. Una mirada fugaz reconoce a alguien, pero no se detiene. Llega al portal, sube las escaleras, recoge la agenda de la oficina y vuelve a la calle. Al salir echa un vistazo a su alrededor. Otra vez el miedo. Su temor es que la estuviese espiando. Sabe donde trabaja, es un lugar público donde puede ir cuando quiera. Pero no, cree ver fantasmas donde no los hay. Si fuese a verla lo reconocería, conoce su avatar en Twitter y cree que no es falso… pero… ¿Sería él la cara conocida que creyó ver antes?
En su cabeza todos son dudas, incertidumbres: el alquiler del piso, el trabajo precario y temporal, su salud… desde hace unas semanas conoce por Twitter a una persona amante de la literatura, con la que tenía tanto en común… tanto que ahora le da miedo. Ahora sabe que tiene más perfiles en Twitter, y trata de ligar con otras de la misma manera.

Amenazas, falsedades e insultos eran todo lo que contenía su segundo correo, que no quiso terminar de leer. Estaba llegando demasiado lejos, y no aguantaba más. Sólo dos personas, algunas del trabajo (donde no pudo evitar derrumbarse durante la mañana), sabían lo que estaba pasando, y la animaron a denunciar. Llegando a casa se prometió hacerlo y bloquearle, pensó incluso cambiar de número, porque también la acosaba por Whatsapp… pero el miedo la abrumaba y tenía muchas dudas. Se culpaba a sí misma continuamente. Se preguntaba si estaría equivocada, por qué le había facilitado tanto las cosas, si debía aguantar o esperar más tiempo. Pensó que a lo mejor con dejar de usar las redes sociales unos días, se olvidaría de ella…

Eran las 12.30 de la noche. Volvía de cenar de casa de unas amigas. Se sentó al borde de la cama, y reunió las fuerzas suficientes para volver a prometerse con fuerza acabar con eso.


*Dedicado a todas las Amelias.*

«El valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo» Nelson Mandela

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